La confluencia de la izquierda en Aragón no ha sido
culminada con éxito en toda su extensión. La incorporación de Chunta
Aragonesista no se ha producido y así queda fuera de la suma de la apuesta por
el cambio una parte importante del mapa
político, aquella que se vincula a un sentimiento nacionalista aragonés, o
simplemente aragonesista, con un perfil claramente
de izquierdas. Incluir Aragón en el paquete de una negociación de marcado carácter centralista
(no en todas partes ha sido así), no ha favorecido un resultado más amplio.
Podemos no ha demostrado altura de miras al no tener en cuenta a CHA, mucho más
cuando esa sensibilidad con partidos similares en otras comunidades autónomas
le ha reportado buenos réditos electorales y potentes alianzas para el futuro. Parece que IU ha sido poco sensible y solidaria con un partido con el que
hace muy poco compartían grupo en el parlamento español y con los que se se coaligaron en Unidad Popular en
Aragón, para las pasadas elecciones de Diciembre. Compartieron campaña electoral, tejiendo complicidades y buen rollo personal. Al menos esa percepción se tenía desde fuera. Por eso asombra la
enorme fragilidad del compromiso conjunto y se ha echado en falta una actitud
más activa por parte de los de Izquierda Unida, para incorporar, si o si, a sus
hasta hace bien poco socios.
No se sabe si ha sido la propia dirección de CHA quien no
actuado con la suficiente agilidad para evitar quedarse al margen, no han estado
interesados en la confluencia, o no han sido considerados una fuerza relevante
por los confluyentes… o ha sucedido un poco de todo. Cualquiera de estas
hipótesis nos señalarían serios, indeseables e innecesarios errores de
fondo.
No son tiempos fáciles para ningún partido viejo partido de
la izquierda, si en este saco de lo viejuno metemos (seguramente de forma injusta
) a todo lo existente antes de las movilizaciones
sociales a partir del15M.
No son fáciles para el PSOE, que ve amenazada su posición de
hermano mayor de entre los zurdos, hipótesis que de confirmarse pondría llegar a cuestionar la propia viabilidad de un proyecto socialista que, se mire por donde se mire sigue siendo necesario para aglutinar en clave progresista a sectores difícilmente encuadrables más a la izquierda.
No lo son para una izquierda IU que partiendo de la
soberbia de la exclusividad en los certificados de pureza izquierdista, ha ido
cayendo, a regañadientes de algunos sectores y con la complacencia y
complicidad de otros, en la órbita de
Podemos, pidiéndole relaciones prematrimoniales mientras parte de su militancia le lanzaba
despechada todo tipo de descalificaciones.
Ni es fácil para CHA, porque su alma nacionalista va
perdiendo sentido entre la base electoral que ha llegado a sumar, que prioriza la
mejora económica, laboral y social, al ondear de las banderas.
Presentarse a las elecciones es afrontar una campaña en la
que se sabe imposible obtener acta para el parlamento. Y esto puede traducirse
en una deriva de una buena porción de votos chunteros hacia otras opciones, con
casi toda seguridad a la coalición
Podemos-IU. Pero los votos que se retengan pueden hacer mucho daño en la
obtención de escaños por la disputa de los restos, para la coalición de la izquierda así como
para el PSOE. Que un partido que participa del gobierno de Aragón, con una
gestión mucho más que aceptable, sume
los votos de una fuerza marginal, no le sitúa bien de cara el futuro y, además,
puede abrir heridas internas.
No participar en las elecciones y quedarse al margen de la
campaña, puede hacer perder pie a los aragonesistas en el debate electoral en
el transcurrir de unos tiempos políticamente muy intensos. Sus votos,
mayoritariamente, es probable que fueran a la convergencia de izquierda salvo los de los círculos más cercanos que pueden
perderse en la abstención. No se sabe en que medida y como puede influir esto
en el reparto de escaños para el resto de fuerzas. Existe la posibilidad de que
Chunta no se presente, pero oriente al voto hacia una u otra fuerza política…
pero tal ejercicio de generosidad gratuita no parece muy posible.
Cualquier opción es complicada. Y el momento no parece muy
propicio para una fuerza que, bajo mi punto de vista, ha sabido combinar
razonablemente el aragonesismo, la cercanía y el compromiso con el territorio y
sus gentes, con postulados nítidamente de izquierda. Un partido que ha sabido
estar alejado tanto del posibilismo y la asimilación del sistema en la que ha
navegado el PSOE, como del dogmatismo y estrechez en las que a menudo se ha
movido IU.
Recuerdo cuando, hace algunos años, las gentes desencantadas de IU en otros
lares, pero que seguían sufriendo de urticaria tan solo de pensar en la hipótesis de votar al PSOE, envidiaban la
posibilidad de votar a un partido como Chunta. Si, la CHA ha sido un refugio para
muchos votantes de izquierda, que, no siendo nacionalistas, simpatizaban con la
cercanía y la forma de hacer de gente que aman a su tierra, trasmiten
compromiso social, valores de izquierda y además parecen honrados.
No, no son tiempos fáciles. Porque además tendrán que acometer un debate sobre su adaptación a los nuevos tiempos. Tendrá que decidir si la travesía en el desierto la realizan reforzando su perfil identitario y nacionalista o, si por el contrario lo suavizan mientras agudizan su perfil socialista de izquierdas, en la búsqueda de ampliar su espectro.
Cabe desearles acierto
en sus decisiones, esperar a que sean estas las que fueren no les produzcan demasiados desgarramientos
internos que solo servirían para dejarlos en un coma político del que sería muy difícil recuperarse. La desaparición de CHA, o su reducción a una minoría sectarizada e irrelevante, sería una
pérdida para Aragón y para las gentes de la izquierda, incluso para aquellas que no somos nacionalistas.
Suerte amigos.
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